La industria argentina atraviesa una crisis severa que impacta de lleno en las pequeñas y medianas empresas. Según estimaciones del sector, más de 30.000 pymes industriales cerraron durante 2024, con una pérdida aproximada de 75.000 puestos de trabajo. Las proyecciones para este año no son alentadoras: se prevé un panorama similar si no se modifican las condiciones económicas.
La combinación de caída del mercado interno, ingreso masivo de productos importados y altísimas tasas de financiamiento genera un escenario de fuerte inestabilidad. Muchas empresas, al no poder acceder a créditos o sostener su producción, reducen jornadas laborales, suspenden personal o directamente cesan sus actividades. El ajuste interno dentro de las industrias impacta de manera directa en los trabajadores y sus familias.
La falta de poder de compra de la población y la concentración del consumo en bienes importados debilitan aún más la demanda interna, agravando el círculo de crisis. Además, sectores estratégicos como energía, petróleo y minería muestran señales de retracción productiva al priorizar insumos importados, afectando a las industrias proveedoras locales.
Desde la Unión de Usuarios y Consumidores, advertimos que esta situación no solo compromete el presente de miles de trabajadoras y trabajadores, sino también el futuro del entramado productivo nacional. La industria es una pieza clave para el desarrollo económico con justicia social, y su deterioro pone en riesgo derechos fundamentales como el acceso al empleo, la estabilidad laboral y el fortalecimiento del mercado interno.